Editorial, New York Times, Diciembre 7, 2016
La Constitución de Estados Unidos concede al Presidente autoridad, casi ilimitada, para otorgar perdones y reducciones de sentencias. En los últimos dos años, el señor Obama ha ordenado al Departamento de Justicia revisar sistemáticamente las sentencias que podrían haber sido mucho menores si las personas hubieran sido juzgadas bajo las nuevas y menos estrictas leyes de sentencias. Aunque el proceso de clemencia ha avanzado muy lentamente, afectado por obstáculos administrativos y resistencia burócrata, se ha acelerado durante el 2016.
El presidente Obama ha acortado o anulado las sentencias de más de 1,000 prisioneros. Pero aún existen miles de personas que merecen ser liberadas. En otras palabras, para muchos detenidos en cárceles federales, su última esperanza está en manos del señor Obama.
La moción de una conmutación general de sentencias está siendo promovida por una coalición que incluye ex jueces y fiscales, quienes urgieron al presidente en una carta la semana anterior a usar agresivamente su poder de otorgar clemencias mientras aún puede hacerlo. El grupo promueve la libertad para miles de detenidos por crímenes no violentos en categorías de bajo riesgo, incluyendo prisioneros en edad avanzada, quienes son los menos probables de cometer nuevos crímenes y aquellos que han sido condenados por drogas excepto crack. La coalición argumenta que es imposible otorgar estas conmutaciones de condena una a una en el poco tiempo que queda de su mandato. El señor presidente tiene solo unas pocas semanas más para asegurar esta medida de justicia y clemencia para miles de personas.