Al imponer la condena al Comandante de las AUC, el Juez Walton rechazó el argumento del gobierno que Jorge 40 debería ser condenado como un narcotraficante a larga escala. El razonamiento del Juez fue que las pruebas demostraron que Jorge 40 era un soldado que imponía un “impuesto de guerra” en los negocios legales e ilegales en su territorio para financiar una guerra en la que él creía. El Juez no creyó que él fuera un narcotraficante con el fin de enriquecerse.
El Juez trató al acusado respetuosamente, como a un líder de un ejército luchando una guerra legítima que necesitaba fondos para continuar la guerra contra los comunistas. ¡Y usted sabe como los Americanos odian a los comunistas! Al fin de cuentas, Jorge 40 consiguió lo que más quería: mantener intacta su reputación como soldado, un legado del cual su familia se puede enorgullecer.
El error de los otros acusados paramilitares, en mi opinión, fue abandonar sus principios ideológicos y tratar de hacerse pasar como narcotraficantes arrepentidos con ansias de cooperar y mejorar sus casos. En vez de presentarse como los prisioneros políticos que eran en realidad, ellos se presentaron como criminales cualquieras. Pues bien, el juez de Jorge 40 en realidad escuchó las pruebas en una audiencia y concluyó que estos “recolectores de impuestos” no eran narcotraficantes. Pero una vez que uno pierde su brillo ideológico, el gobierno y el juez tienen la ventaja de la superioridad moral. Los Americanos reconocen la guerra como una respuesta válida a la agresión. Eso se encuentra en nuestro ADN nacional. Los vínculos a los narcóticos hubieran sido vistos como los medios para financiar una guerra legítima.
Aunque en realidad se trataba literalmente la diferencia entra una condena de treinta años que el gobierno quería y la condena de 16 años que el acusado ultimadamente recibió, la condena de todos modos fue una condena desconcertante. Si él era un “guerrero” y no un narcotraficante, ¿por qué una condena tan larga? El juez se apoyó en los “daños colaterales” causados por haber permitido que se manufacturaran drogas en el territorio de Jorge 40, y sugiriendo muy sospechosamente que Jorge 40 era parcialmente responsable para con los fetos de las adictas embarazadas. Esa es tremenda exageración. Y hablando de “daño colateral,” nosotros los Americanos también cometemos pecados. Los cometemos en nuestras guerras y raramente se ve a alguien ser castigado a no ser que haya una protesta pública.
– David Zapp