Dos cosas ocurrieron recientemente que son dignas de mención. Los Estados Unidos se enfrentaron a FIFA, una asociación que no es particularmente conocida por la participación o el interés de los Estados Unidos, y presentaron acusaciones formales contra funcionarios de todas partes del mundo. Ejercieron su jurisdicción porque el dinero del soborno en algunos casos fue depositado en bancos de los Estados Unidos. Sencillamente eso les dio jurisdicción a los Estados Unidos. No me hubiera sorprendido que los Estados Unidos hubieran afirmado que tenían jurisdicción porque el dinero del soborno se llevó en un avión que voló sobre el espacio aéreo de los EE.UU. Ha sucedido muchas veces antes en causas de drogas. Es rara la ocasión en que un fiscal federal no puede mostrar jurisdicción territorial (el derecho a procesar en un distrito en particular porque “algo sucedió” en ese distrito).
A pesar de que ha habido mucho criticismo de los Estados Unidos por estirar su mano hasta la corrupción de FIFA, esto les dice sencillamente cuánto los americanos odian, odian, odian la corrupción de cualquier clase, y su disposición de ir hasta el fin del mundo, literalmente, para encontrarla y extraditar a aquellos responsables de ella.
La otra noticia grande fue que uno de los hombres más poderosos del gobierno durante la administración de Clinton, un congresista republicano, fue acusado por un gran jurado por haberle mentido a los agentes del gobierno que le interrogaron sobre retiros de varios millones de dólares de su cuenta bancaria hace más de 15 años. Las acusaciones que se han hecho en contra del congresista no son por los retiros, ligados a un encuentro sexual. Son por haber mentido. ¡No puedo recalcarlo lo suficiente! Y lo hago porque puede cambiar su vida. Si usted le miente al gobierno de los Estados Unidos, hay una posibilidad abrumadora de que le descubran.
– David Zapp