Kerry Kennedy absuelta de conducir con facultades disminuidas
Por Joseph Berger Publicado el 28 de febrero de 2014, New York Times
WHITE PLAINS — Después de casi 20 meses de ascenso gradual, el juicio de Kerry Kennedy por un delito menor terminó el viernes en un desdibujamiento vertiginoso, ya que les llevó menos de dos horas a los jurados determinar que ella no era culpable de conducir bajo la influencia de una droga.
El juicio de cuatro días, distinguido por el giro fascinante de la Sra. Kennedy, de 54 años de edad, cuando fue al banquillo de los testigos, se centró en un acto que ni ella ni los fiscales disputan: El 13 de julio de 2012 ella condujo erráticamente su todoterreno Lexus después de haber tomado Zolpidem, una forma genérica de Ambien, una medicina para dormir. De refilón ella golpeó un camión remolque en una carretera del condado de Westchester antes de que la encontraran desplomada contra el volante, con su auto parado en una ruta local.
La Sra. Kennedy ha mantenido que ella tomó la pastilla accidentalmente, confundiéndola con una medicina que ella toma para un padecimiento de la tiroides. Ella declaró el miércoles que no se dio cuenta de su error hasta mucho después del accidente.
La cuestión debatida era si la Sra. Kennedy, ex esposa del Gobernador Andrew M. Cuomo e hija de Robert F. Kennedy, debería haber estado consciente de que estaba sintiendo los efectos soporíficos de la droga, conduciendo erráticamente de un lado para otro y haber detenido el auto.
El caso, que se le entregó al jurado hacia el final de la tarde del jueves, atrajo tanta atención que el condado tuvo que cambiar la celebración del juicio del lugar original, el juzgado de North Castle Town, a una de las salas más espaciosas en el Tribunal del Condado de Westchester. Y, sin embargo, todo este alboroto y conmoción fue por un delito menor, un delito en el cual escasamente hubo una víctima.
Uno de los abogados de la Sra. Kennedy, Gerald B. Lefcourt, en su argumento de clausura el jueves, sostuvo que el jurado “no había oído ninguna prueba del fiscal, que es quien tiene la carga de la prueba, que indicara que Kerry Kennedy en efecto se había dado cuenta de que accidentalmente había tomado la pastilla Zolpidem para dormir y continuó conduciendo”. “Este no es un caso de una duda razonable, es un caso de duda abrumadora’, dijo el Sr. Lefcourt.
Para condenar a la Sra. Kennedy –concluyó el abogado—el jurado tendría que creer que ella es una persona cruel, que sabiendo que estaba bajo la influencia de Zolpidem, continuó conduciendo.
El hecho que la Sra. Kennedy fuera llevada a un juicio con jurado fue inusual. A pesar de que en el Condado de Westchester se presentan cada año 2,500 casos por conducir bajo la influencia de alcohol o drogas, estos casos son típicamente negociados para reducirlos a una infracción no penal que requiere una declaración de culpabilidad y el pago de una multa. Los abogados de la Sra. Kennedy creen que un cargo de delito menor no se hubiera presentado en absoluto si ella no hubiera sido una Kennedy. Los fiscales de la fiscalía del distrito piensan que no debían de mostrar ningún favoritismo a la Sra. Kennedy sencillamente porque viene de una familia prominente. Ella encaraba hasta un año de encarcelamiento si hubiera sido culpada.
Comentario
Esto es lo que cada acusado teme: que alguien en autoridad haga una decisión ridícula. Por eso es más que razonable temer –sí, temer—al poder. Una mujer que nunca había hecho una cosa delictiva en su vida y es conocida por ayudar a la gente declara que tomó una pastilla para dormir que se sabe que cuando uno la toma puede hacer actividades inconscientes (conducir, cocinar, comer, caminar), es enjuiciada por conducir con las facultades disminuidas, y nadie, no solamente el fiscal litigante, sino su supervisor y el supervisor de éste, no pararon esta locura. No es difícil creerlo. Puede suceder. Y le puede suceder a usted.
Saben, recuerdo un fiscal del Distrito Sur de Nueva York que tuvo el caso del gobernador Eliot Spitzer. Lo investigó minuciosamente y decidió no presentar el caso. Fácilmente podría haberlo hecho pensando que podría beneficiarse o, como en el mencionado caso Kennedy, se desvive para mostrar que a los ricos y famosos no se les da un tratamiento especial. En vez de eso, hizo lo correcto. Examinó el caso del mismo modo que lo haría con cualquier otro caso y lo desestimó cuando la investigación probó que no se había cometido ningún delito.
Esa es la manera en que uno espera que se decidan los casos, y en la mayoría de los casos es lo que sucede. Pero siempre hay uno donde no es así.
– David Zapp