Editorial del diario New York Times del 21 de febrero de 2014
El sistema de prisiones del estado de Nueva York durante años ha estado entre los peores de la nación en lo que se refiere al uso excesivo del confinamiento solitario. En cualquier momento unos 3,800 presos por todo el estado son retenidos en aislamiento sin ventanas 23 horas al día, la vasta mayoría como resultado de infracciones disciplinarias. La duración promedio de una estancia en confinamiento solitario es de cinco meses, y entre 2007 y 2011, casi 2,800 personas estuvieron en encierro solitario durante un año o más.
El miércoles, los oficiales correccionales dieron un paso importante hacia una reforma al acordar nuevas pautas para la duración máxima en que los presos pueden ser colocados en encierro solitario. Aquellos menores de 18 recibirán por lo menos cinco horas de ejercicio y participación en otros programas fuera de sus celdas cinco días a la semana. Se presumirá que el confinamiento solitario estará prohibido para las mujeres embarazadas, y los presos con discapacidades de desarrollo serán retenidos allí durante no más de 30 días. Los funcionarios de las cárceles anunciaron que habían dejado de enviar a encierro solitario a aquellos presos enfermos mentalmente. Esos prisioneros ahora se están enviando a tratamiento psiquiátrico en la cárcel.
El acuerdo del miércoles fue el resultado de demandas presentadas por prisioneros, uno de los cuales pasó más de dos años en confinamiento solitario por presentar documentos legales falsos.
Comentario
Nunca he entendido por qué más jueces federales y estatales a quienes conocía personalmente y que sabía que eran bastante sensibles a la crueldad y la injusticia no eran más persistentes en denunciar la crueldad obvia y la índole inusual de la segregación en el sistema de prisiones aun cuando hayan tenido la oportunidad de tratarlo en una causa ante ellos. Sé que es la ley, pero una o dos disensiones no hubieran perturbado el status quo y hubieran podido ser el tábano si no la atracción a reacciones y sentimientos que llevaran a una reforma. Un juez hubiera podido ser el flautista de Hamelin en la línea hacia la reforma. En vez de ello, fue necesario que unos pocos prisioneros humildes presentaran demandas para reformar lo que tan obviamente era una tortura.
– David Zapp