Por David Zapp
Una vez hubo un caso en el que el abogado defensor era increíblemente agresivo, e impresionantemente agresivo. Él presentó toda moción concebible que le era posible y siempre pedía permiso para presentar una moción que excedía el límite de páginas, dejándole saber al juez que él tenía bastante que decir. Después cada moción era argumentada agresivamente, siempre con insinuaciones sarcásticas y sugestiones poco disimuladas de que el gobierno no estaba obedeciendo las reglas. El abogado en el caso no solamente pidió una supresión de las pruebas. Él pidió la desestimación de la acusación formal, una moción rara que casi nunca se otorga. En corte federal, si usted tiene un problema con la acusación formal, la respuesta es casi siempre la misma: Váyase a juicio.
Al investigar a este abogado defensor, aprendí del Internet que la misión de su bufete era ser puro y duro así. Ellos eran litigantes. Ellos no aceptaban casos repetidos. Ellos eran el equivalente de sicarios legales. A ellos les gustaba arrasar. Ellos no hablaban sino que gruñían.
Pero al final todas las mociones imbuidas de hostilidad del abogado fueron denegadas y su tipo se declaró culpable. ¿Por qué? “Porque sus pruebas son su caso.” Recuerde eso.