Por David Zapp
En el año 2009 un grupo de colombianos fueron detenidos para iniciar su extradición y fueron enviados a la prisión de Cómbita. El grupo celebró una reunión y acordaron que no hablarían de ninguna actividad delictiva antes de que un Gran Jurado aprobara una acusación formal. Pero tan pronto como el grupo comenzó a llegar, poco a poco, a los Estados Unidos, uno por uno, los miembros del grupo abandonaron el acuerdo y dos de ellos, quizás más, comenzaron a hablar de todo–excepto uno.
Cuando ese “uno” entró en la habitación para hablar con el fiscal (con el fin de que su pena pudiera ser por debajo del mínimo obligatorio que existe en casos de estupefacientes), siguió el plan acordado y le agarraron en la mentira.
No confíe nunca en las promesas hechas por su “banda de hermanos” de mantenerse unidos. Eso no va a suceder. Dentro del sistema federal es sálvese quien pueda. No es bonito y no habla bien de la humanidad, pero si usted no tiene cuidado puede que sea la única persona honorable que va a terminar cumpliendo diez o veinte años de prisión mientras su banda de hermanos solamente cumple una fracción de esos años.